¿HAY DISCRIMINACIÓN RACIAL EN CUBA?


Denuncian discriminación de los negros en Cuba Denny, un mulato de seis pies, dos pulgadas, entró confiadamente en un almacén del gobierno para una reciente entrevista laboral. Sentado frente al administrador, que era blanco, explicó sus calificaciones: graduado de secundaria, cursos en turismo, buen trabajador. No eran suficientes, recuerda Denny: necesitaba que un blanco, su cuñado, lo recomendara.
‘‘Aquí los negros tienden a hacer todo mal”, comentó el administrador.
Tras el triunfo de la revolución de Castro en 1959, declaró que Cuba sería una sociedad sin prejuicios raciales, que se prohibirían las instalaciones separadas para blancos y para negros y que empezaría una serie de programas gratuitos de educación y salud para los pobres, la mayoría de los cuales era negros.

Muchos negros todavía apoyan a Castro diciendo que sin él todavía estarían trabajando en los cañaverales. Un diplomático cubano negro afirmó que hasta el triunfo de la revolución no hubiera tenido esperazas de obtener una educación ni su abuela de atender su glaucoma.



Pero si usted escucha lo que dicen algunos negros, particularmente los nacidos después de 1959, los errores de la revolución también son evidentes.

”Aquí todo el mundo no es igual”, señaló Ernesto, de 37 años, mientras caminaba por La Habana. Alto y atlético, había tenido ilusiones de convertirse en una estrella del fútbol. Ahora vende ropa de uso y dice ser hostigado continuamente por la policía simplemente porque es negro.

En los últimos años, ha estado emergiendo, discreta y casi secretamente, una nueva actitud entre los negros sobre lo que significa ser negro en un sistema comunista que asegura que ”Aquí no hay racismo” y tiende a calificar a los que discuten el problema racial de enemigos de la revolución.

”La ausencia de debate sobre el problema racial amenaza el proyecto social de la revolución”, escribió Esteban Morales Domínguez, un profesor negro de la Universidad de la Habana, en uno de sus varios y pocos conocidos ensayos sobre la raza desde el 2005.

Rigoberto López, un cineasta negro, también abordó el delicado tema en una aparición en TV en diciembre, cuando dijo que aunque la revolución produjo algunos cambios estructurales hacia la igualdad racial, “sus resultados no nos permiten afirmar que se hayan alcanzado todos sus objetivos”.

Los negros cubanos familiarizados con la situación afirman que cubanos blancos y negros han estado estableciendo un pequeño pero creciente número de grupos de derechos civiles. El gobierno no ha reprimido esas actividades, generalmente ilegales, pero tampoco las ha reconocido oficialmente.

”Hay un nuevo impulso que seguramente ha asustado al gobierno”, apuntó Carlos Moore, un experto en temas raciales, de origen cubano, que ahora vive en Brasil.

En los últimos años, el gobierno de Castro ha estado a la defensiva en la cuestión racial. En 100 Horas con Fidel, el libro del periodista francoespañol Ignacio Ramonet, Castro admitió que aunque la revolución había significado progreso para las mujeres y los negros, la discriminación no había desaparecido.

”Los negros no viven en las mejores casas; todavía están haciendo los trabajos más duros y menos negros reciben remesas familiares que sus compatriotas blancos”, comentó.

Con todo, añadió Castro: “Estoy satisfecho de lo que estamos haciendo para descubrir causas que, si no las combatimos vigorosamente, tienden a prolongar la alienación en sucesivas generaciones”.

Pero el propio Partido Comunista y gobierno de Castro se quedan cortos en el frente racial. Entre los 21 puestos del Buró Político, sólo hay cuatro negros; y sólo hay dos de ellos entre los 39 miembros del Consejo de Ministros, el principal organismo del gobierno.

El negro de más rango en Cuba es Esteban Lazo, un ex jefe del partido en las provincias de La Habana y Santiago de Cuba. Lazo fue colocado por Castro cuando se enfermó el pasado verano, junto con su hermano Raúl Castro y otros cuatro funcionarios, para ayudar a gobernar a Cuba en su ausencia.

Sin embargo, los rostros negros abundan en las prisiones políticas de Cuba. Algunos de los disidentes más conocidos son negros. Estos incluyen al bibliotecario independiente Omar Pernet Hernández, el masón Orlando Zapata Tamayo y el médico Oscar Elías Biscet. Este último fue condenado a 25 años por, entre otras cosas, organizar un seminario sobre los métodos pacíficos de protesta de Martin Luther King Jr.

”La raza es el problema social más grande que enfrenta Cuba”, apuntó Enrique Patterson, un autor cubano ahora residente en Miami que escribe extensamente sobre la raza y califica el problema racial de esta nación como “una bomba social”.



“Si este problema no se atiende, Cuba no será gobernable en el futuro”.

Patterson cree que aunque Castro ha mantenido un control sobre el problema de la raza, aplastando intentos anteriores de los negros para organizarse o expresarse, una Cuba postcastro no podrá controlar las frustraciones.

”Si el gobierno cubano fuera a permitir que los negros se organizaran y presentaran sus problemas ante [las autoridades]… el totalitarismo caería”, aseguró.

Más allá de los rostros de blancos, negros y mulatos en los murales de propaganda del gobierno exhibidos por toda la isla bajo el lema de Somos Uno, la raza los sigue dividiendo. La Cuba de hoy está más integrada racial y socialmente que Estados Unidos, pero está muy lejos de no ser racista.

Los blancos son claramente preferidos en la tremendamente lucrativa industria del turismo controlada por el gobierno, desde choferes de taxis hasta camareras y criadas de hoteles. Por otro lado, los negros en la Habana Vieja continuamente son detenidos por la policía para verificar sus tarjetas de identidad por sospechas de estar en actividades de mercado negro.



Los programas de televisión en su gran mayoría muestran a los negros en trabajos insignificantes, y los cubanos, al igual que otros latinoamericanos todavía usan una expresión al referirse a un negro a quien admiran: “El es negro, pero…”.

”Sólo tienes que ver a los choferes de taxis en la Habana Vieja… Raras veces ves a uno que sea como yo”, comentó Cito, de 52 años, un médico negro, que hizo su comentario en voz baja para que sus vecinos no escucharan su queja.

Disgustado con su bajo sueldo del gobierno, y lo que describió como la actitud racista de su supervisor blanco, Cito dejó su puesto hace casi tres años. Ahora vive del mercado negro, comprando carne de los campesinos en el campo y vendiéndola en La Habana.

Cito, de 52 años, tez oscura y cuerpo de atleta, rememoró sus primeros años en la escuela de Medicina, cuando salía con la que ahora es su ex esposa, blanca.

Recordó una conversación que su futura suegra tuvo con su hija: “El no es un mal hombre. Conozco a su familia. Pero hay muchos otros jóvenes en la escuela con los que puedes salir. ¿Por qué él?”.

Sabía exactamente lo que quería decir; no quería un yerno negro.

Las estadísticas oficiales de Cuba ofrecen poca ayuda sobre el problema de la raza. El censo del 2002, que le preguntó a los cubanos si eran blancos, negros, o mulato/mestizo, mostró que 11 por ciento de la isla de 11.2 millones se describieron a sí mismos como negros. La verdadera cifra es más bien un 62 por ciento, de acuerdo con el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami.



Además, las cifras publicadas por el censo no proveen una manera de comparar blancos y negros en categorías como salario y niveles de educación. Ramón Colás, quien salió de Cuba en el 2001 y ahora dirige un proyecto de relaciones raciales afrocubanas en Mississippi, aseguró que cinco de cada 100 vehículos privados que contó en La Habana, eran conducidos por una persona de color.

La desigualdad entre el 11 por ciento del censo cubano y el 62 por ciento de la Universidad de Miami también refleja las complicadas categorías raciales en un país donde si tú pareces blanco, eres considerado como blanco, no importan los genes.

”Mira, hay siete tipos diferentes de negros en Cuba”, comentó Denny, que ahora trabaja como camarero pero sueña con una carrera en hip-hop. Desde el más oscuro al más claro, éstos son: negro azul, prieto, moreno, mulato, trigueño, jabao y blanconazo.

Para Denny, uno de seis hijos, el problema del color es algo que a veces a él mismo le asombra. Tiene una hermana que está casada con un cubano de piel clara que se considera blanco, mientras que otra hermana se casó con un español. Aunque el color de su piel podría dejarlo pasar por blanco, Denny comentó, de forma inflexible y sin ninguna reserva: “Yo soy negro. Escogí ser negro”.

Esta identificación, explicó, se apoya en sus experiencias en las escuelas donde los maestros a menudo favorecían a los estudiantes de piel más clara.

”Aunque el maestro sabía que muchos estudiantes blancos no conocían la respuesta”, recordó Denny, “prefería preguntarle a ellos en vez de a mí”.



Si bien los cubanos de las generaciones de su madre y su abuela aceptaron con facilidad el uso de palabras como negro o negrito, sus compañeros lo trataban con cierto desprecio, diciéndole a veces la palabra niche, que es decididamente ofensiva.

”Es algo inaceptable”, subrayó Denny, cuyo acceso al mundo exterior por medio de la internet y televisión por satélite ilegal, le han dado cierta perspectiva sobre la raza que los cubanos en general no tienen.

Denny paga por esos servicios con dólares norteamericanos que gana, algo relativamente extraño en el mundo de los cubanos negros. Dado que los blancos son la abrumadora mayoría de los cubanos exiliados, son justamente los blancos quienes reciben la cifra mayor de los envíos de dinero que se mandan a la isla. Un estudio realizado en el 2000 por el Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami (UM) encontró que el cubano blanco promedio recibe alrededor de $81 anuales en envíos, comparados con los $31 que reciben los cubanos que no son blancos.

Denny, el aspirante a artista hip-hop, afirmó que también ve cambios raciales por medio de la música que él interpreta, que en ocasiones desafía al gobierno y nutre sus letras de referencias al racismo.

Recuerda en particular a un hombre que fue a parar a la cárcel.

‘Estaba rapeando, diciendo `Si eres negro y sientes que te tratan igual [que a los blancos], levanta la mano‘. Fue arrestado por la policía sólo por cantar eso”.

Recientemente, un domingo en un parque de La Habana, un grupo de cubanos negros, cuyas edades oscilaban entre 20 y 30 años, entre los que estaban algunos rastafaris, sostuvieron una intensa discusión sobre el ídolo de la música reggae, Bob Marley, cuyas canciones mostraban la lucha de los negros.

”El comprendió bien nuestra situación”, declaró Omar, de 31 años, mostrando con orgullo un tatuaje de la cara de Marley a tamaño natural en su espalda.

Este tipo de conversación puede resultar alarmante para los cubanos que conocen la historia del país.

Aunque los negros integraron una buena parte de los mambises que pelearon contra los españoles en la guerra de independencia, siguieron pobres y despreciados luego que Cuba logró su independencia. Una revuelta de negros en 1912 fue brutalmente aplastada, con un saldo de cientos de negros muertos y un enorme miedo en toda la población negra.

”Sus derechos y sentirse protegidos del genocidio y la violencia potenciales dependieron de que ellos no trataron nunca de organizarse políticamente como negros”, observó Mark Sawyer, profesor de la UCLA que pasó 11 meses en Cuba investigando para su libro recientemente publicado, Racial Politics in Post-Revolutionary Cuba.

Este tipo de tema posiblemente también asuste al gobierno comunista de la isla.

”Es una amenaza latente”, amplió Moore. “Los negros cubanos saben que cada vez que se mencione el problema racial en el país, la persona terminará en la cárcel. Por consiguiente, este tipo de lucha es diferente. No puede haber un movimiento de derechos civiles, ya que habrá de inmediato 10,000 negros muertos”.

Sin embargo, algo parecido a un movimiento negro está surgiendo, agregó Moore.

”Se trata de algo subterráneo, y está sucediendo tanto entre los intelectuales como en el pueblo en general”, apuntó Moore.

No obstante, el gobierno aún tiene cierta influencia sobre los cubanos negros: el miedo de que el colapso del sistema comunista les haría la vida aún peor.

”Los cubanos negros temen que regresen los cubanos de Miami”, explicó Moore. ”Tienen miedo de que la influencia De Estados Unidos vuelva de nuevo a reinar en el país”. El último vínculo que ha tenido Fidel Castro con la población negra se basa en esos dos miedos. El tercero es perder bajo la influencia norteamericana y blanca las presuntas ventajas sociales que la revolución les trajo en términos de salud, educación y hasta de participación política.

Denny comentó que comparte esos temores y preocupaciones, pero que está dispuesto a arriesgarse.

”Nunca más seremos esclavos”, subrayó. “No somos estúpidos. Conocemos el desarrollo del mundo. Sólo tratamos de vivir un poco mejor”.


The Miami Herald no revela el nombre del corresponsal que escribió este trabajo, así como tampoco el apellido de la mayoría de las personas entrevistadas, ya que el reportero no pudo obtener la visa de periodista para poder trabajar en la isla. El traductor de The Miami Herald Renato Pérez contribuyó a este reportaje.

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