CAMPAÑA ELECTORAL, PSICOLOGIA Y MERCADO


La campaña que está terminando presenta al ser humano y a la persona dificultades mayúsculas porque la crisis real de la vida se extiende a una campaña que niega todo lo político que pueda haber en la sociedad y pone el proceso en manos de especialistas, que sin haber puesto un pie en nuestro país, dirigen la forma en que las personas deben votar.

Se trata de técnica y de tecnólogos que descubren qué es lo que el ser humano quiere escuchar; saben muy bien que se trata de millones de personas angustiadas, llenas de miedo e incertidumbre, que temen enfrentarse a la realidad de sus vidas. Y entonces, se les construye una ilusión como casa de cristal. La campaña es, así, una vitrina de ofertas y de sueños.

Los dos partidos con más dinero, que expresan a dos grupos burgueses diferentes, ARENA-FMLN, se disputan el control del aparato del Estado. Nada más esto. Carecen de proyectos diferentes, también de cabezas políticas diferentes, sus discursos no son diferentes, sus técnicas tampoco, sus comerciales electorales, mucho menos. De esta forma, todos los partidos contendientes resultan ser y parecer iguales. Y el significado de una victoria o una derrota electoral, cuando todos los partidos son iguales, y además lo parecen, no resulta claro para los votantes, porque derrota o victoria no significa, en ningún caso, derrota o victoria de ningún proyecto político, que ni existe ni es propuesto por nadie. Resulta que la diferencia real entre uno u otro partido es el dinero que invierten en la campaña, la cantidad y calidad de comerciales en la televisión y en qué sector económico tienen depositados sus intereses, es decir, para qué sector oligárquico trabajan y a qué sector sirven.

Estos aspectos son invisibles para el votante porque las personas no llegan a descubrir que entre uno y otro partido no existen paredes políticas y son habitaciones comunicadas que solo cambian los amos, y algunos, como el FMLN y ARENA, son amos ellos mismos, son burgueses oligarcas que trabajan con especialistas electorales y hacen su campaña electoral en las televisoras, con cerebros que manipulan a la gente y trabajan su psicología diciéndoles a los votantes lo que éstos quieren oír.

El votante salvadoreño es un ser humano que no tiene país, que le teme a la realidad, que carece de proyecto político, no tiene futuro ni pasado, y vive, apenas, el día a día. Las empresas especializadas saben todo esto, conocen a sus víctimas, y las campañas, entonces, no proponen ningún proyecto político pero son tecnológicamente letales, moldeando la psicología y definiendo la conducta de ese votante victimado por las empresas. Las televisoras, los diarios y las radios sustituyen a las calles, las plazas y los caminos. Es en la tecnología donde los técnicos, sobre todo extranjeros, manipulan la voluntad de las personas que deben votar.

Para el FMLN, resulta que su ventaja es ARENA, porque una parte de sus votantes todavía funcionan con la idea que se trata de una confrontación entre la izquierda y la derecha, y su partido resulta ser la izquierda y ARENA la derecha. Otra parte de votantes piensa que hay que votar por el FMLN para evitar que ARENA regrese al poder. No descubren que se trata del mismo proyecto y que la campaña elimina ganadores y perdedores porque el juego político y económico no se altera por una victoria o una derrota electoral. ARENA pierde, en la medida en que no se diferencia del FMLN, pero además pierde, en la medida en que no se diferencia de ARENA. Y su conflicto consiste en que tienen que hacer lo necesario para consolidar sus filas tradicionales, pero esto debilita su fortalecimiento ante sectores desencantados y desengañados que descubren que ARENA y FMLN expresan proyectos similares o iguales.

Las cúpulas empresariales ayudan al FMLN cuando, ante el discurso electoral del apoyo gubernamental a los trabajadores, la ANEP ataca la idea y el discurso, y así, el FMLN aparece y parece ser un gobierno al servicio de los trabajadores y ARENA al servicio de las transnacionales. La verdad de las cosas es que uno y otro partido sirven a los mismos amos.

La campaña electoral se desarrolló como competencia entre las diferentes empresas y grupos de técnicos, sin confrontación política real, sin discurso político, pero con competencia comercial de colores y música.

En cada partido, es decir, en cada empresa partidaria, se desarrolló otra campaña electoral porque los candidatos que encabezan las listas son los candidatos de las cúpulas y los que deberían ganar. Los candidatos del final de la lista son los que completan o rellenan la oferta y éstos, aprovechando la modalidad de voto cruzado, hacen su propia campaña en su supuesto beneficio, separados de los de arriba.

Es observable que ARENA y los otros partidos se las han arreglado para renovar su oferta electoral, evitando que las viejas y desprestigiadas cúpulas aparezcan en primera línea; mientras el FMLN, siguió apareciendo con la misma cúpula en los puestos electorales más importantes. Los votantes votan porque creen en algo y dejarán de hacerlo cuando dejen de creer.

Por eso, en el proceso político se trata de la construcción de lo nuevo, la nueva fuerza, la nueva organización, el proyecto real y convocante, capaz de movilizar y organizar a la gente. Hasta ahora, el pueblo no sabe dónde, cómo y cuándo nacerá, pero una parte del pueblo sabe y debe saber que esa fuerza nueva está naciendo en las mismas entrañas del pueblo y en los mismos pliegues de su realidad. Es cosa de tiempo, no caerá del cielo y debe ser construido afanosamente, heroicamente, con mucha inteligencia y mucho ánimo, es el trabajo de los que ni pierden la esperanza ni la confianza en sus propias fuerzas. Todo esto existe en la sociedad y se está concitando y concertando.

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