SOBRE LA MARCHA: AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR


@alcidespadilla @ciprianoheredia @MMalaverM SOBRE LA MARCHA: AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR “En política nada más suicida que el “como si”. La declaración de la MUD es una lamentable demostración del “como si”. Si se hubiera consultado, si se hubiera discutido, si se hubiera votado. Como dicen los norteamericanos: bullshit! La Troika no quiere que le estropeen el menú electoral. Tiene razón. Como LA SALIDA también la tiene, a cargar con las consecuencias.”

Antonio Sánchez García @sangarccs
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Inútil y contraproducente la polémica suscitada por la declaración de la MUD justificando su abstención en la actividad convocada por Leopoldo López y Daniel Ceballos en reclamo por la situación de los presos políticos para este sábado 30 de mayo.

Inútil, por innecesaria. A la MUD le asiste todo el derecho a no sumarse a una convocatoria, si ella escapa a sus competencias y colide con las estrategias y tácticas de algunos de sus miembros. Es de todos conocidos que la MUD es una organización marco, ad hoc, para canalizar la coordinación de la participación electoral de sus miembros. No es un frente de dirección nacional de las luchas populares contra la dictadura. De hecho, la diversidad de opiniones con que se caracteriza al régimen provoca una división estratégica, esencial, de contenido entre sus miembros: hay los que rechazan caracterizar al régimen como una dictadura y, por lo mismo, agotan todas sus políticas en una lucha estrictamente electoral, como Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo. Y hay quienes, así pacten el aspecto electoral de la lucha y se avengan a una alianza estrictamente electoral con el fin de optimizar sus logros, consideran que ésta es una dictadura que podrá ser debilitada, pero no superada mediante el expediente electoral.

Los acuerdos internos entre ambas líneas estratégicas de acción provocan naturales conflictos por ahora irresolubles: VP, Vente Venezuela y ABP, al frente de los sectores que propician LA SALIDA, vale decir: la puesta en marcha de una intensa movilización nacional para golpear al régimen en el corazón autocrático de su dictadura, en perfecta consideración de dicha estrategia, convocó, convoca y seguramente convocará movilizaciones de toda naturaleza para intentar acorralar al régimen y empujarlo a su desalojo. A lomas de la grave crisis de todo orden que algunos ya consideran una “crisis humanitaria”, que no se sentará a esperar a las elecciones del 2019, como quisiera la Troika. Exigiendo incluso la renuncia de su principal responsable. Complementando dicha línea estratégica esencial con la participación electoral. PJ, AD y UNT, por su parte, harán estrictamente lo contrario: han apostado, apuestan y apostarán todos sus esfuerzos en los enfrentamientos electorales, en la esperanza de que logren, si no desalojar, por lo menos debilitar la base institucional del régimen hasta llevarlo a su colapso. Para terminar de desalojarlo mediante un plebiscito o la medida constitucional propicia.

Entre ambos sectores, respecto de los cuales no cabe afirmar cuál cuenta con la mayoría opositora en el seno de la sociedad civil, se ubican algunas organizaciones que oscilan entre unos y otros. Y habrá, consecuentemente, quienes quisieran el desiderátum: una unidad perfecta que haga posible una política perfecta que provoque el desalojo perfecto.

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Si todo fuera tan sencillo como lo es en el papel, no se suscitarían los problemas que enfrentamos y que han vuelto a ponerse de relieve con la convocatoria del sector que propicia el desalojo mediante la movilización social y el rechazo de aquel que propicia el cambio gradual, mediante sucesivas mediciones comiciales. En la realidad el problema real es mucho más complejo: cada uno de dichos sectores le reclama al otro el boicot a sus políticas, la traición a sus postulados, la connivencia abierta o soterrada, directa o indirecta con el régimen. Y lo que es todavía más grave: compiten por el liderazgo de las luchas populares en atención a las expectativas y aspiraciones futuras. Así suene absurdo y extemporáneo bastaría imaginarse los eventuales presidenciables in pectore de cada uno de los sectores para imaginarse el nivel de animadversión, por no decir enemistad, que subyace a los distintos comportamientos: Henry Ramos Allup, Julio Borges o Henry Falcón, para el sector electoralista; Leopoldo López, María Corina Machado o Antonio Ledezma, para el sector del desalojo. Una Sexta República para los primeros; una nueva República Liberal, para los segundos. Sin contar con los asomados al balcón de las oportunidades, como Eduardo Fernández y otros.

Son tan profundas y tan insuperables las diferencias entre ambos sectores, que más que por una unidad perfecta, por ahora impracticable, me parece deseable una convivencia necesaria y una tolerancia posible. Una sana y reconocida independencia compartida: marchar juntos, pero no revueltos. Creo incluso que hasta sería sano y provechoso dividir aguas a nivel de las acciones y concertar acuerdos puntuales entre ambas estrategias. Votar juntos y unidos cuando sea posible, y realizar acciones de calle y otro tipos de movilizaciones activas cuando el curso de la lucha así lo exija y luzca palmariamente conveniente.

Pero sobre todo: no atravesarse con deslealtad en la estrategia del otro cuando se encuentre en pleno desarrollo y manifieste claras señales de éxito. Ni muchísimo menos coartarlas con deslealtad. No llamar a la abstención en plena campaña electoral, pero tampoco correr a auxiliar al gobierno mediante diálogos sin otro propósito que dejar en la estacada las acciones ya emprendidas en una suicida acción de respaldo al régimen que se pretende combatir. Sería injusto desconocer que el sector que propicia La Salida jamás ha propiciado la abstención. Y desconocer el nefasto papel jugado por la Troika dejando en la estacada la impresionante y muy fructífera movilización popular del estudiantado universitario durante el 2014. Cuyos mejores frutos concluyeran con el respaldo de 36 ex presidentes de la República hispanoamericanos a la lucha por la democracia y los pronunciamientos de varios parlamentos en contra de las violaciones a los derechos humanos del régimen venezolano.

Modus vivendi: he allí mi propuesta. Sincerar las posiciones: he allí mi consejo. Poner las cartas sobre la mesa: he allí mi exigencia. Dividir las aguas para unir los cauces, he allí mi esperanza. Fijar una bitácora de consenso en puntos esenciales, mi propuesta programática. El respaldo de la MUD y más concretamente de Chuo Torrealba a las acciones emprendidas por Lilian Tintori y Mitzi Capriles fue un excelente ejemplo de esa unidad puntual. Haber liberado a sus miembros para que actuaran según su conciencia en la movilización de este 30 de mayo, hubiera sido otro excelente ejemplo. Unamos lo posible bajo un programa mínimo de acción conjunta. El desarrollo de la crisis puede provocar desenlaces absolutamente inesperados, acuerdos y alianzas que hoy parecen extravagantes, medidas impensables. Por ahora, las movidas del ajedrez político se deciden fuera de nuestras fronteras: en Cuba, en primerísimo lugar, en Washington en segundo lugar, en El Vaticano, desde la trastienda. Ni la marcha del 30 ni las parlamentarias removerán las placas tectónicas que nos ha impuesto el régimen, blindadas desde La Habana. Por lo menos, evitemos ser caldo del desprecio universal de quienes ven la errática actuación de algunos de los sectores opositores, como quedara de manifiesto con el rechazo a las sanciones a siete nefastos personajes del régimen por el Departamento de Estado. Grandeza, por desgracia la única invitada faltante en la mesa de nuestras desavenencias.

Como bien dice el refrán y resulta valedero para ambas partes de la ecuación opositora: más vale solos que mal acompañados. Todo me hace presumir que LA SALIDA cuenta con el fuerte del respaldo popular y que la MUD de la Troika – PJ, AD, UNT – cuenta con el fuerte del respaldo institucional. Dividirlas sería un crimen; pegotearlas una necedad; asociarlas, un acierto. Prefiero dos frentes diferenciados y coaligados que un parapeto fantasioso, cuyos errores trascienden sus fronteras. Lo peor sería seguir como vamos: haciendo como que estamos unidos cuando estamos rencorosamente atravesados.

En política nada más suicida que el “como si”. La declaración de la MUD es una lamentable demostración del “como si”. Si se hubiera consultado, si se hubiera discutido, si se hubiera votado. Como dicen los norteamericanos: bullshit! La Troika no quiere que le estropeen el menú electoral. Tienen razón. Como LA SALIDA también la tiene, a cargar con las consecuencias.

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