ENTREVISTA DE EL LIBERO A ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA SOBRE EL MIR CHILENO


@jocanavarro @nicolaswarde @jlaravena Ex dirigente del MIR y polémica por libro sobre Miguel Enríquez: “Estábamos preparados para la guerra civil”
ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA, ex encargado cultural del movimiento y exiliado en Venezuela en 1977 desclasifica el pasado del MIR y de su fundador Miguel Enríquez, de quien fue muy También lanza críticas al gobierno de la Presidenta Bachelet.
Publicado 25.10.2014
Uziel Gómez P.

La publicación del libro “Miguel Enríquez: Un nombre en las estrellas”, que aborda la vida del fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), llevó al ex integrante del movimiento, Mauricio Rojas, a escribirle una carta pública al ex candidato presidencial e hijo del dirigente, Marco Enríquez Ominami, para que cAntonio Sanchezomprendiera “mejor a tu padre y a quienes nos dejamos llevar por la tentación de la bondad extrema”.

Si bien MEO no ha respondido la carta, quien sí interviene en el debate es Antonio Sánchez García, chileno, escritor, historiador y filósofo de la Universidad de Chile, exiliado en Caracas en 1977 –donde se casó con la famosa cantante de ese país, Soledad Bravo–, y donde aún reside y es asesor del alcalde Metropolitano de Caracas, Antonio Ledesma, uno de los principales líderes de la oposición democrática venezolana. (Carta abierta de Antonio Sánchez García)

Sánchez García dirigió la política cultural del MIR, fue compañero de armas de Miguel Enríquez, conoció a un pequeño MEO de tres años en París, fue amigo de su madre Manuela Gumucio e, incluso, le hizo clases de economía a Carlos Ominami, el papá adoptivo del ex candidato presidencial.

Con su voz pausada de académico –estudió un postgrado en Berlín y fue profesor de la Universidad de Chile y de la Universidad Central de Venezuela- y acento venezolano pero con la jerga chilena aún intacta, desempolva con “El Líbero” la historia del MIR y de su fundador, y también analiza la actualidad política chilena, de la que se mantiene diariamente informado a través de internet, y de amigos parlamentarios de la Nueva Mayoría y de la Alianza que visitan Venezuela.

-En Chile se lanzó el libro “Miguel Enríquez, un nombre en las estrellas”. ¿Cómo lo recuerda?

Era un muchacho menor que yo, muy fogoso, vehemente, apasionado, seductor, brillante, inteligente, voluntarioso y muy echado “pa lante”, como decimos en Venezuela. Era un líder carismático, caudillesco, autoritario como corresponde, porque no era el presidente de un partido democrático, sino el jefe máximo de un partido revolucionario.

-¿Cuál es su juicio sobre el legado de Miguel Henríquez?

Miguel fue lo que el leninismo llama “un profesional de la revolución”, según Carl Schmitt – EL PARTISANO – el arma más letal inventada por el hombre y al que se deben, en rigor, las revoluciones del siglo XX. Vivió, además, en una época excepcional de la historia chilena, latinoamericana y mundial, cuajada de crisis de excepción y en la que se aspiraba a hacer tabula rasa del sistema burgués y construir la utopía, una sociedad perfecta. Lo que definía los límites –o su inexistencia– de los valores, derechos y deberes convencionales. Como lo dijese Fidel Castro, dentro de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada. Hacer la revolución: ese fue el principio rector de su breve vida. Su legado es tanto la consecuencia moral absoluta con que enfrentó el desafío como el fracaso del intento. Perteneció a una época en que los errores se pagaban con la vida. Él no dudo un segundo en poner la suya en juego por lograr el propósito que lo animaba.

-¿Enríquez creía en la democracia?

Por supuesto que no. La función esencial de la lucha armada es terminar la democracia representativa e instalar la dictadura proletaria. Siempre ha sido la dictadura de los partidos comunistas. Me costó un mundo convencer a Miguel que presentáramos a candidato a rector de la Universidad de Chile a Andrés Pascal porque en el MIR nadie creía en las eleccioAntonio Sánchez García con el entonces Presidente Patricio Aylwinnes.

-MEO dice que su padre se puso al “servicio de Chile”.

Es una frase. Y como toda frase, no dice nada. Miguel se sabía y se puso a disposición de la revolución socialista: destruir el Chile existente, tradicional, clasista, conservador, autoritario, capitalista, burgués y construir el Chile proletario. O lo que el marxismo entiende por proletario. Una dictadura de partido a cargo de una sociedad socialista.

-El autor del libro, Mario Amoros, dice que “ la derecha denigra a Miguel porque ven en él un ícono de lucha armada de la izquierda que nunca existió, porque el MIR nunca tuvo un ejército paralelo, como decía la derecha que busca legitimar el golpe”.

Cómo el MIR no se iba a meter con la violencia si teníamos los “cabezas de músculos”, es decir, todo un aparato militar. Hay que tomar las cosas como son. Todo movimiento revolucionario sabe que la violencia es el motor de la historia, porque lo dijeron Marx, Lenin, Stalin, Mao, Castro, el Che Guevara. No sólo lo dijeron, sino que con violencia tomaron el poder en URSS, China, Cuba, Corea del Norte, en todas partes. ¿Cómo Miguel Enríquez, que era el hijo dilecto de Castro, iba a estar contra la violencia? ¡Por favor!

La política, como decía el mismo Carl Schmitt, es la relación amigo-enemigo. Esperar de la derecha otro concepto de uno de sus enemigos de entonces es ingenuo. Si el MIR no tuvo un ejército paralelo no fue porque aborrecía de las armas, de la violencia o de los ejércitos. Fue porque no se dieron las circunstancias. De hecho tuvo un aparato militar, en gran parte preparado en Cuba. Minúsculo y absolutamente inadecuado como para enfrentarse a las FFAA chilenas, como se comprobó dramáticamente el mismo 11 de septiembre. Pero aparato militar, al fin y al cabo. Como lo tenían el PS y el PC. Y sabía por la experiencia revolucionaria, particularmente la cubana, que a la hora de la verdad la guerra era inevitable. El lema que escanciábamos en nuestros desfiles era “PUEBLO, CONCIENCIA, FUSIL, MIR, MIR”. No los tendríamos, pero los deseábamos: conquistar al pueblo y armarlo con fusiles. Desgraciadamente, al hacer como que los teníamos, lo que era una ficción, agudizamos las contradicciones, terminando por pagarlo muy caro.En el MIR estábamos preparados para la violencia y la guerra civil.

-MEO dijo: “A todos estos jóvenes anarquistas que se declaran admiradores de Miguel, les aclaro que jamás pFrase Antonio Sánchez del MIRuso una bomba o hizo daño o promovió la violencia, sino ponerse de pie frente a un tirano. El MIR jamás fue terrorista”. ¿Qué opina?

El MIR intentó seguir de la manera más fiel, cabal y consecuente las enseñanzas leninistas, que ven en las acciones armadas un ingrediente esencial de las luchas revolucionarias, pero desecha el terrorismo como expresión de una conciencia pequeña burguesa. Otra cosa fueron las expropiaciones y los asaltos a bancos, que practicó, particularmente en sus comienzos y antes del triunfo de la UP. Luego, el fuerte del trabajo fue insertarse en el movimiento de masas y convertirse en un partido popular. Otra cosa es que en esa tarea hayamos fracasado. Lo cierto es que al MIR no se le puede achacar ninguna acción terrorista, ningún atentado, ningún asesinato. Es la verdad histórica. A Pérez Zujovic no lo asesinó el MIR. Ni a ningún otro chileno. Las muertes esperaban por el general Pinochet.

-¿Qué le pareció la carta de Mauricio Rojas a MEO?

Me preocupó que alguien del MIR, que sabe todo esto, como Mauricio Rojas, haya pretendido darle a Miguel Enríquez una especie de aura de María Teresa de Calcuta. No me cabe en la cabeza. No lo entiendo. Nosotros éramos guevaristas. Cuando cayó el Che en Bolivia yo vivía en Berlín y enmudecí. El MIR tenía un aparato militar que era esencial. Todos en la dirección andábamos armados.

Una cosa muy distinta es que no se hayan hecho actos de terrorismo. Pero la violencia era consustancial a nuestro proyecto histórico, que era derrotar a la burguesía y establecer una dictadura del MIR, no iba a ser de Ignacio de Loyola.

-¿En términos generales, cómo ve el gobierno de Bachelet?

Aún no lo veo. En todo caso: aprisionado entre las obligaciones objetivas de un gobierno democrático, encajado en un país de sólidas instituciones, y ciertas aspiraciones de radicalización por satisfacer la presión de las nuevas camadas que desconocen y denigran los extraordinarios logros de la Concertación. El papel de furgón de cola dado y asumido gustosamente por la DC, habla de un cambio importante de paradigmas. Tal vez responde a los requerimientos del Foro de Sao Paulo, que sigue el juego impuesto por la yunta de Lula y Fidel Castro de apuntarse al chavismo bolivariano. El muy lamentable episodio diplomático suscitado por las infelices declaraciones del embajador PC en Uruguay y el respaldo que le fuera otorgado por la Cancillería apunta en esa dirección. Y la insistencia por poner en función una Constituyente – el instrumento actualizado por el chavismo para asaltar el poder como un todo conforme a una clásica estrategia neofascista– confirman por lo menos las intenciones. Si así fuera, como suele decirse en Venezuela, no le alquilo las ganancias.

Frase Antonio Sánchez sobre Bachelet-Ud. lleva varios años de denuncia en contra de las violaciones a los DD.HH y de los atropellos a la democracia en Venezuela durante los gobiernos de Chávez y Maduro. ¿Cómo exiliado de Pinochet, cree que la izquierda chilena ha solidarizado con el pueblo venezolano?

No es la primera ni será la última vez que lo señalo: el olvido y el mal agradecimiento de los miles de chilenos, yo entre ellos, que encontraron en la Venezuela democrática refugio, financiamiento para sus empresas académicas y políticas y medios de sobrevivencia para ellos y sus familias en los terribles tiempos de la dictadura constituye una mácula ignominiosa y ofensiva. Gracias a Venezuela se salvaron de la cárcel, de la persecución y de la muerte muchos dirigentes históricos. Basta mencionar a Aniceto Rodríguez. El primer reencuentro de la oposición democrática chilena tuvo lugar en Venezuela en junio de 1975, auspiciado por Carlos Andrés Pérez. Tampoco es un típico y clásico estigma inédito de la identidad nacional. Fuimos nosotros, los chilenos, que inventamos aquel sarcasmo que habla “del pago de Chile”.

-¿Cómo evalúa la actuación del gobierno de Chile con el régimen de Maduro?

Lamentable. No se diga de José Miguel Insulza y el papel jugado por la OEA en el respaldo a la entronización del chavismo, y el rechazo a aplicarle al gobierno venezolano la Carta Democrática. Una deshonra al prestigio diplomático conquistado por el Chile republicano, respetuoso de la Constitución y las leyes. Aquél que prometía ser –y lo fue rigurosamente hasta el gobierno de don Salvador Allende – “un asilo contra la opresión”. Que la hija de un preso político muerto bajo las presiones de la tortura no se involucre en la defensa de nuestros presos políticos, y haga causa común con un gobierno violador de los DDHH, causa auténtica preocupación.

–¿Qué opina del apoyo que le dio Chile a Venezuela para que ingresara al Consejo de Seguridad de la ONU?

Cómico. En los 15 años de chavismo han sido asesinados por el hampa desatada aproximadamente doscientos cincuenta mil jóvenes venezolanos de las barriadas populares. De esos asesinatos, el 92% de los casos ni siquiera han sido investigados por una justicia cómplice, estrictamente al servicio del régimen. Que saca provecho de esta verdadera guerra civil encubierta mediante un virtual estado de sitio que encierra a los venezolanos más pobres en sus humildes viviendas en cuanto oscurece. Los hospitales se encuentran en estado calamitoso, sin insumos ni medicinas, las escuelas se vienen abajo y el asesinato político comienza a hacer su fea aparición en el escenario del poder. 45 jóvenes fueron asesinados por la policía, la Guardia Nacional, el ejército y fuerzas parapoliciales –los llamados “colectivos” – en los meses de rebelión estudiantil entre abril y junio de este año. Y recientemente han sido asesinados en arreglos de cuentas o redadas policiales seis líderes de esos “colectivos chavistas”, los grupos más radicales, armados y parapoliciales del régimen. Premiar al régimen dictatorial de Nicolás Maduro con una silla en el Consejo de Seguridad es tan absurdo como dárselo a Cuba para que integre la Comisión de los Derechos Humanos.

-¿Le gustaría que Bachelet levantara su voz contra el encarcelamiento del dirigente político opositor Leopoldo López?

Le devolvería el brillo de un prestigio que parece haber perdido.

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