FRANCISCO Y EL CHE: ESOS PAISANOS COMPASIVOS


@lamzelok FRANCISCO Y EL CHE: ESOS PAISANOS COMPASIVOS "Conociendo, como conozco, a respetables jesuitas venezolanos, no creo inútil que alguno de ellos le entrara a la hermenéutica de Ernesto Cardenal. Como decían los romanos, la mujer del César no sólo debe serlo. También debe parecerlo. Pues la pregunta es acuciosa: ¿la pobreza a la que se refiere Cardenal es la promovida, creada, organizada y movilizada por los revolucionarios, devastando sus naciones para cumplir con el precepto del empobrece e impera? ¿O es la pobreza de espíritu a la que se refería Jesucristo en el Sermón de la montaña?"

Antonio Sánchez García @sangarccs

Lejos, muy lejos los tiempos en que un Papa lo hizo arrodillarse y pedir perdón por sus desafueros marxista leninistas. Incluso castrocomunistas. Perfectamente travestidos con la llamada teología de la liberación. Que parece volver a ponerse de moda con la elección del papa de los pobres que viene de la pobresía argentina, así esté dramáticamente teñida de peronismo kirchneriano. Son tiempos diametralmente opuestos a los de Jun Pablo II, que encontró en el poeta Cardenal razones más que suficientes para penarlo de por vida con la prohibición de administrar los santos sacramentos en 1984. Hablamos del cura-poeta Ernesto Cardenal, fascinado por Marilyn Monroe y Fidel Castro, Salvador Allende y el Che Guevara. No hablemos de Camilo Torres.

Y quienes pensamos que la de Juan Pablo II era una santa palabra y de que, por lo inmenso de su magisterio, al cura Cardenal no habría fuerza terrenal que le quitara esa lápida pontificia, estábamos profundamente equivocados. La izquierda no debía desesperarse, que ya le llegaría su papa. Y, al parecer, según palabras de Ernesto Cardenal, le llegó de la mano de otro paisano del Che Guevara, paulina reencarnación de los santos evangelios, el cardenal Bergoglio.

Cardenal – mero apellido, en su caso – no cabe en si, a sus noventa y un años, de contento. El papa Francisco es inmensamente superior a lo que él, en sus más afiebrados deseos, hubiera soñado. Un papa de los pobres, para los pobres y por los pobres. Como que no cuenta ni siquiera con un zapatero remendón, lleva las suelas de sus zapatos aportillados y se niega a dormir bajo el dosel que cubriera las noches de los cientos de papas que en Roma han sido. Y cuando se monta en avión para desplazarse por el mundo lo hace porque no le queda más remedio. Por él, se movería en un globo aerostático impulsado a pedales. Que la iglesia de los pobres no tiene para pagar primera clase en un trasatlántico.

Es lo que se deduce de la entrevista concedida por el nonagenario Ernesto Cardenal, nicaragüense y castrista, sandinista e irredento admirador del régimen cubano, al periódico español de El País. “¿Se siente identificado con este Papa?” – pregunta el periodista. Y él, ni corto ni perezoso, responde: “Claro que me siento identificado con este nuevo Papa que ha aparecido en la Iglesia y que encuentro mejor de cómo podríamos haberlo soñado. Es un papa que no quiere actuar como Papa, por eso ha escogido el título de obispo de Roma. No ha querido vivir en el Palacio Pontificio. Le gusta abrazar y que lo abracen. Está haciendo una verdadera revolución en el Vaticano, y eso es una revolución en la Iglesia y una revolución en el mundo.” ¿Tendrá esa revolución algo que ver con la chavista bolivariana?

Pareciera como si a este papa no lo hubiera elegido el colegio cardenalicio, sino que hubiera bajado del cielo en un carruaje como el de Elías, en un acto de divina prestidigitación, una auténtica “parusía”. “Apareció en la iglesia” y supera todo lo esperado. Como que ya se reunió con Raúl Castro, fue a tomar el te con Fidel, se abrazó con Evo Morales y aceptó de regalo un adefesio creado por otro curita revolucionario que no halló mejor metáfora para retratar al santo padre que la hoz y el martillo como cuerpo de Cristo.

A Sócrates lo condenaron a muerte acusado falsamente de sofista. Y la lógica sofística por excelencia era el soligismo. En este caso, el silogismo del cura poeta es de una racionalidad deslumbrante: Francisco es piadoso. El che Guevara, como todo revolucionario, era piadoso. Luego el papa Francisco es revolucionario y el Che Guevara es papa. He aquí el silogismo poético cardenalicio: “La palabra misericordia usada por el Papa significa lo mismo que la palabra amor, es lo mismo que decir compasión, y de ahí viene la palabra “piadoso” que es una palabra devaluada. Piadoso es el que siente piedad y compasión. Mientras que el impío en la Biblia es el que no tiene piedad de los demás, no uno que no es religioso. En realidad la compasión es la que verdaderamente motiva al revolucionario. El Che Guevara, paisano del actual Papa, estaba lleno de compasión, pensaba que debía de sentirse como en la propia mejía – error, seguramente redaccional, pues debe decir “mejilla”- la bofetada recibida por otro.”

Cardenal sabe, por supuesto, que el Che Guevara fue el revolucionario más cruel, despiadado e implacable de cuantos revolucionarios ha tenido América Latina, con la sola excepción de Fidel Castro, su hermano Raúl y todos los capitostes de su esbirrriato gansteril cubano. Amaba asesinar, como se lo confesara con todas sus letras a su padre, lo había hecho innumerables veces, describió la sensación que sentía al disparar con su pistola calibre 32 a la sien de un prisionero y explicó con pelos y señales que un revolucionario debía convertirse en un frío e implacable asesino.

Es a ese amasijo de barbarie que el cura poeta llama piedad y compasión. Y la compara con las apariencias de pobresía que cultiva con esmero el jesuita argentino, cuya piedad y compasión parece estar extrañamente distanciada de las coordenadas político geográficas de nosotros, los venezolanos. ¿Será que el cura poeta Cardenal tenga la falsa razón de los sofistas y que Francisco sea verdaderamente un revolucionario en el sentido guevariano por él descrito?

Conociendo, como conozco, a respetables jesuitas venezolanos, no creo inútil que alguno de ellos le entrara a la hermenéutica de Ernesto Cardenal. Como decían los romanos, la mujer del César no sólo debe serlo. También debe parecerlo. Pues la pregunta es acuciosa: ¿la pobreza a la que se refiere Cardenal es la promovida, creada, organizada y movilizada por los revolucionarios, devastando sus naciones para cumplir con el precepto del empobrece e impera? ¿O es la pobreza de espíritu a la que se refería Jesucristo en el Sermón de la montaña?







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