SIN MÁSCARAS: ANTE EL ABISMO


@lamzelok @La_Cabilla @ENVENEZUELA1 SIN MÁSCARAS: ANTE EL ABISMO "Llegamos al llegadero. No nos quedan sino dos caminos hacia la libertad: la intervención humanitaria o la rebelión civil. En el mejor de los casos, una sabia combinación de ambas salidas. Así estámos, en esta encrucijada: sin máscaras, ante el abismo. Que cada quien asuma sus responsabilidades."

Antonio Sánchez García @sangarccs

Del seno de las Fuerzas Armadas se cuela una información que ha hecho estallar las redes: la abstención en las elecciones convocadas por la Asamblea Nacional Constituyente, desconocidas e ilegitimadas por 82 gobiernos democráticos del mundo – los Estados Unidos, Canadá, todos los países de la Unión Europea y todos los del Grupo de Lima, encabezados por México, Brasil, Argentina, Chile y Colombia - tanto por la írrita convocatoria de un ente ilegítimo, como por las condiciones fraudulentas en las que se desenvolverían – personalidades opositoras privadas de derechos políticos, encarceladas o desterradas, como María Corina Machada, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Julio Borges y otros; partidos políticos prohibidos de gran raigambre popular, como Voluntad Popular y Primero Justicia; prensa y medios amordazados, escandaloso uso de los medios oficiales, chantajes y amenazas de la dictadura – alcanzó el 82,7% de la población electoral. De los 20.750.809 electores registrados, participaron 3.590.040. De ese 17,3% de votantes, el desgloce fue el siguiente: Nicolas Maduro: 1.811.220 = 8,73%. Henri Falcón: 1.436.861 = 6,4%. Bertucci:327.749 = 1,58%. Reinaldo Quijada:14.210= 0,0%.

Son resultados que ni siquiera la dictadura puede ocultar. Sólo la tenue línea de sombra que aún mantiene a la población venezolana liberada del yugo totalitario imperante en Cuba o en Zimbabwue, y la vigilante, acuciosa y estricta observación internacional, que bajo el iderazgo de Luis Almagro al frente de la OEA y los gobiernos democráticos de la región ha alcanzado una eficacia indiscutible, impidieron ese 99,99 % de los resultados que la tiranía castrista ha solido imponer en su isla. O Mugabe en las oscuras tinieblas de su horror africano. ¿Cómo se explica que un gobernante que ha destruido el tejido social, político y económico de una nación que fuera de las más libres y prósperas de la región, que exterminó todas las instituciones del Estado, que hizo burla de los órganos tribunalicios, que impuso un Tribunal Supremo de Justicia absolutamente reñido con las normas constitucionales, controla mediante la corrupción, el narcotráfico y/o el terror a las fuerzas armadas y ha convertido a la institución encargada de organizar, controlar y vigilar los procesos electorales en un sumiso y obsecuente organismo adscrito al ejecutivo, carente de toda autonomía, no haya podido movilizar, no digamos “convencer” a su ciudadanía de participar en su farsa electorera, aún contando con tres sumisos candidatos alternativos, uno de ellos avalado por partidos supuestamehte democráticos, como COPEI y Avanzada Progresista, encargados de darle un mínimo barniz de credibilidad a un proceso tan descarada y obscenamente fraudulento?

La respuesta es un secreto a voces, que ya se ha convertido en un rumor de estremecimientos. La dictadura de Nicolás Maduro, soportada por el chantaje y la amenaza, el terror de Estado y las fuerzas armadas cubanas, pende de ese hilo de un 8% electoral. Y ese Estado Mayor de generales narcotraficantes, contrabandistas y ladrones, que hambrean al pueblo y han logrado un récord de inflación mundial para llenar sus faltriqueras con el manejo del dólar negro: un 18.000% en dos meses.

Hablamos de un régimen agonizante que al menor estremecimiento objetivo y real se deshará como un trozo de casabe en agua caliente, tal como lo dijese el Libertador respecto del Congresillo de Cariaco. Un régimen de pandillas neofascistas, que, como bien lo señalara recientemente Lech Walesa, parece calcado del moribundo estado hitleriano ya al borde del colapso final, y cuya oposición aplastantemente mayoritaria debe ser asistida urgentemente para que reencuentre el camino de la ibertad. Un régimen que ante la inopia de una clase política corrompida y medularmente incapaz, como la que sirvió de alcahueta electoral y ahora pretende erigirse en una “nueva oposición”- Enrique Ochoa Antich dixit -, esa que tan bien conoció Lech Walesa en Polonia, y que ya cacarea en las voces de la vieja izquierda golpista, alcahueta y teodorista del patio, podría muy bien eternizarse. Como si viviéramos detrás del espejo, cual Alicia en el País de las Maravillas.

Pero el espejo está roto. Como lo dijésemos tras los hechos de abril del 2002. Y sólo una tradición de acomodo y alcahueterías de una oposición carente de virilidad, lucidez y coraje ha permitido que alcance los niveles de autodestrucción y catalepsia en que hoy se encuentra. Llegamos al llegadero. No nos quedan sino dos caminos hacia la libertad: la intervención humanitaria o la rebelión civil. En el mejor de los casos, una sabia combinación de ambos factores. Así estamos, en esta encrucijada: desenmascarados, ante el abismo. Que cada quien asuma sus responsabilidades.




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